Koffee, la pequeña gran revolución del reggae
El ascenso de Koffee es una pequeña gran revolución. "El reggae y el dancehall son industrias dominadas por hombres", dijo a la revista inglesa i-D, en la que fue chica de tapa: "Si sos mujer, te da miedo que no vaya a funcionar; habría sido más seguro si me hubiera hecho doctora o abogada". El reggae, ese género de corte espiritual que tuvo a Bob Marley como sumo pontífice, parece una religión exclusiva para machos: son penosamente famosas las taras de Marley, como la de aquella fiesta en que salió corriendo para no quedar a solas con Prince, a quien consideraba "un pervertido". Nacida como Mikayla Simpson de una madre soltera en Spanish Town, Koffee empezó a cantar en la iglesia adventista a los 12 y no paró: desde una ciudad chiquita con aires de provincia, en siete años consiguió hacerse amiga de Rihanna, ser producida por Major Lazer, cantar con Ed Sheeran, Chronixx y Justin Bieber y convertirse en el rostro de un género en evolución: con sus dientes de lata, sus mejillas tostadas y sus dreadlocks dorados, es la cara del reggae en el siglo XXI y aquí la veremos en octubre como telonera de Harry Styles. ¿Podrá ser un emblema más fresco y joven de su país? Ella dice: "Quiero poner a Jamaica en el mapa de una manera impactante y positiva".
En las Montañas Azules jamaiquinas se cultiva el mejor café de todo el Caribe, el incomparable Blue Mountain al que llaman el Rolls Royce de los cafés, y la nueva estrella del reggae recibió su apodo porque, aun en los días más bochornosos del trópico, ella prefiere tomar un café antes que una cerveza o una gaseosa. Es de las mías: en el bochorno de un enero sofocante, escucho Toast en loop y brindo con una taza caliente por la refrescante Koffee. ¡Salud!
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